Al momento de cerrar la contraportada de un libro y suspirar, recibes de la vida una herramienta más. Es como si uno recibiera un tornillo, una llave, un alicate o inclusive un objeto innombrable que apenas se ve por primera vez. Tenemos en nuestras manos una herramienta que acaba de llegar; no se le conoce su nombre ni su uso, pero estamos seguros de que para algo bueno ha de servir y que dicho momento llegará y se sabrá usar. 

Cada nuevo conocimiento adquirido se convierte en una nueva herramienta en tu arsenal que permite tomar mejores decisiones, tener infinidad de puntos de vista, mejorar las habilidades de comunicación y, sobre todo, mejorar la intuición,  siendo esta última quien dirige nuestro andar. 

Lo  que diré a continuación no lo cito porque realmente no recuerdo su fuente, pero hay resultados científicos que comprueban la hipótesis de que la lectura desarrolla nuevas conexiones neuronales y expande los niveles de consciencia porque, a medida que se conoce y se aprende algo nuevo, los agentes neuronales exploran nuevos caminos. Esto sucede especialmente en horas de la mañana, cuando la mente está descansada y los niveles de estrés son bajos. Luego, el hábito produce todo lo demás. Muchas cosas que de pronto antes eran desapercibidas por los sentidos, comienzan a ser más claras. 

Este sentido es el que le daremos a la lectura, otorgándole su prioridad. Lo menciono porque escuchamos frecuentemente que para esta actividad no queda tiempo suficiente. Para lo anterior, la respuesta es sencilla: darle una mayor prioridad.  En términos prácticos, si de las 16 horas promedio de nuestra disponibilidad diaria dedicamos el 3% a la lectura (sin pretender más), en esa media hora se avanzaría mucho.  En términos tangibles, este tiempo alcanza para un capítulo o un rango entre cinco y 15 páginas de un libro normal; claro está que dependiendo de la facilidad personal con que se logre avanzar, en términos intangibles, el avance es indescriptiblemente multidimensional. 

Ahora, el porcentaje de tiempo mencionado para dedicar a la lectura se puede incrementar los fines de semana.  Sabemos que de lunes a viernes la franja de 16 horas se reduce a menos de la mitad si restamos el tiempo dedicado a actividades productivas, y aun así habría suficiente disponibilidad. Pero los fines de semana hay mayor oportunidad para aprovechar la disponibilidad y crecer en la lectura. 

Por ejemplo, se puede hacer fácil si sustituimos los momentos de ocio. Cada quien decidirá cuánto de su ocio sacrificará.  Con momentos de ocio nos referimos a aquellos en que no se está haciendo productivamente nada y se decide matar el tiempo o simplemente dejar la vida pasar. Una ilustración de esto son las redes sociales. El tiempo de ocio dedicado a ellas se puede aprovechar para dedicarlo a la lectura. 

La estadística no miente, el tiempo promedio de una persona que poco frecuenta las redes es de cuarenta minutos diarios. Eso es inclusive más de lo que buscamos dedicar a la actividad de lectura. Sin embargo, este no es el único momento de ocio, sabemos que existen muchos más.

Para finalizar, si crees en el poder de la palabra escrita y este artículo te fue útil, imagina que los libros tienen infinitos más. Ellos son la caja perfecta de herramientas para nuestra mente, nuestro principal recurso.