El 23 de marzo no nos quedó de otra que ‘hacer de tripas corazón’ y con el valor de un suspiro enfrentarnos al mayor ‘cumulonimbus’ económico que jamás hayamos vivido. A nuestro favor, contábamos con una experiencia de 10 años emprendiendo. En lo que pienso, Colombia es el país más difícil para hacer estos chistes y con ser ingenieros industriales, donde se suponía contábamos con el conocimiento de las ciencias de la administración y la economía para gestionar a favor el entorno capitalista en el que nos movemos. Sin embargo, hoy 29 de diciembre, no pienso que estas dos últimas hayan servido tanto para sobrevivir este año, más que el hacer de tripas corazón para darle frente a esta acumulación de tormentas.

Tripas para primero hablar con el equipo y prometer que todo iba a estar bien. Que todo empleo e ingreso se respetaría y que garantizaríamos no prescindir de nadie. Que no solo llegaríamos al otro lado, sino que llegaríamos más fuertes, llenos de mucha experiencia, el aprendizaje y la satisfacción de que no pudimos haberlo hecho mejor. Que creyeran.

Tripas para hablar con los clientes. Trasmitirles el optimismo que se requería mantener las operaciones y decirles que la peor opción era suspender las alianzas. Que debíamos trabajar juntos en pro del empleo y la activación económica. Que necesitábamos seguir circulando el dinero hasta garantizar que este le llegara a la persona de a pie. Que no es tiempo para no honrar nuestras deudas. Que íbamos a salir fortalecidos. Que confiaran.

Tripas para hablar con los socios y los bancos y decirles que garantizaríamos que las estrategias darían resultado. Que el caos es una escalera y que creceríamos como ningún otro año en estas dificultades. Que le apostaran.

Y finalmente tripas para sentarnos a armar el plan que ya todo el mundo había comprado.

A veces no hay tiempo para pensar, no hay datos para analizar, no hay un mentor que pueda orientar, o meditación que te dé una solución. A veces, lo único que hay es tripas. Las mismas que usamos para volver nuestros sueños en la vida realidad. Los mismos sueños, que, si te tienes confianza, no necesitas saber cómo, pero sabes que vas a conseguirlos y de eso estás absolutamente convencido. Por eso tienes paciencia, la cual es el mayor atributo de la confianza, porque sabes que igual lo vas a obtener, entonces no tienes problema con esperar y dejarlo madurar. La confianza que te hace volver de tripas corazón y decirnos al oído que una pandemia no es más que una dificultad. Está en ti decidir si volverla una oportunidad o en una excusa.

Dedicado a los emprendedores de mi país.

Artículos recomendados