La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) ha despertado amplias expectativas en los ciudadanos debido al creciente interés por comprender el rol del ecosistema empresarial en la sociedad actual, así como de su función como motor de desarrollo. La responsabilidad social corporativa, por definición, es el grado de conciencia que tienen las empresas sobre los impactos que generan sus actividades económicas en los diferentes agentes que participan directa o indirectamente en dicha actividad, sean estos sus clientes, empleados, accionistas, comunidades locales o el entorno en general y su nivel de compromiso para gestionar esos impactos. (Observatorio de responsabilidad social corporativa, 2020).
A partir del concepto de RSC, resulta necesario destacar dos elementos fundamentales. El primero, que dicho concepto aborda los aspectos de un desarrollo sostenible en términos de la gestión ambiental, social y económica propias del hacer misional de las organizaciones, y segundo, que dicha actividad no se reduce a un tipo de compañía o sector económico específico, por el contrario, aborda los diferentes tipos de empresas sin distinción de tamaño o alcance de sus operaciones. En este sentido, es importante identificar el rol no solo de las empresas de gran tamaño, también, el de las MyPime frente a los compromisos de RSC a nivel global, teniendo en cuenta que abarcan un alto porcentaje de la economía mundial y particularmente de las economías de los países en desarrollo.
Según los datos del Consejo Internacional para la pequeña empresa, “este tipo de negocios, pertenezcan al sector formal o informal de la economía, representan más del 90% del total de empresas, generan entre el 60% y el 70% del empleo y son responsables del 50% del Producto Interior Bruto (PIB) a nivel mundial.” (Naciones Unidades, 2018). No obstante, estudios preliminares, permiten inferir que la gestión de una operación responsable y sostenible es poco común en empresas de estas características (MiPyme), lo cual, es una situación que despierta el interés de múltiples investigaciones, donde se pretende comprender las relaciones de causalidad y efecto de las mismas en el desarrollo de una gestión de RSC en este tipo de empresas e identificar sus limitantes en la implementación de buenas prácticas RSC.
Conclusiones preliminares reconocen siete materias fundamentales sobre las cuales este tipo de organizaciones tiene un amplio espectro de oportunidades para desarrollar buenas prácticas de RSC, dichas materias son gobernanza, derechos humanos, prácticas laborales, medio ambiente, prácticas justas de operación, asuntos de consumidores y participación activa y desarrollo de la comunidad.
En Colombia, desde el gobierno nacional, encabezado por el ministerio de comercio, industria y turismo, desde al año 2020 se ha colocado en marcha la estrategia Sociedad BIC (beneficio e interés colectivo) como iniciativa para promover la creación de valor económico, social y ambiental desde la redefinición de los modelos de negocio de las empresas, principalmente las MiPyme como una nueva generación de empresas que incorpora un propósito social y ambiental que va más allá del beneficio e interés para sus accionistas, combinando simultáneamente las ventajas económicas de la actividad mercantil, con la posibilidad de contribuir al medio ambiente, al bienestar de los trabajadores y al interés de la colectividad. La creciente adopción de este tipo de prácticas en las empresas, especialmente en los emprendimientos, permitirá a Colombia forjar nuevas y sólidas bases para edificar prosperidad para todos.