Ante la inminente explosión de ofertas de productos y servicios en el mercado como respuesta a la crisis económica y el reiterado llamado a la innovación y la ampliación de nuevas plataformas de crecimiento es preciso señalar que, si bien lo anterior representa una alternativa oportuna y necesaria, no significa que pueda y mucho menos deba hacerse de cualquier forma. Las empresas han sido llamadas a liderar la gestión del cambio desde el desarrollo de soluciones a las problemáticas y retos del mundo moderno, la respuesta a ello claramente se materializa en la oferta de nuevos productos y servicios que permitan resolver necesidades, atender requerimientos, aliviar frustraciones, realizar trabajos, crear satisfacciones en los clientes y usuarios. No obstante, existen diferentes brechas a cerrar, interrogantes a resolver, hipótesis a responder. ¿Cómo hacerlo de manera factible para el empresario ante una evidente escasez de recursos y premura en el tiempo?
Una mirada en retrospectiva a lo que ha sido la historia en la consolidación de propuestas de valor exitosas permiten concluir que, existen tres aspectos a garantizar en el ejercicio de desarrollo, lanzamiento y comercialización de nuevos productos y servicios, dichos aspectos son la determinación de la viabilidad técnica, comercial y financiera. Por medio de éstas, se pretende dar respuesta a los interrogantes que esclarezcan las variables clave que garanticen el éxito de un nuevo producto/servicio tales como ¿cuál es la mejor forma de elaborarlo?, ¿cuáles son las estrategias acordes para su venta?, ¿en qué escenarios es rentable operar como modelo de negocio?
Como punto de partida, es oportuno atender lo referente a la viabilidad técnica. La misma, está dirigida a resolver interrogantes como: ¿se puede fabricar?, ¿se cuenta con la capacidad para realizarlo?, ¿cuáles son los factores clave que aseguran una adecuada producción? La respuesta a estos y otros cuestionamientos complementarios demanda que se generen suficientes “prototipos” de manera rápida y económica que permitan valorar de forma práctica dichas variables sin incurrir en gastos exorbitantes que al final resquebrajan los presupuestos de inversión sin atender a las prioridades de requisitos de diseño que realmente afectan la toma de decisión en el mercado por parte de los clientes y usuarios potenciales.
Por otra parte, la determinación de la viabilidad comercial tiene como propósito indagar acerca de las estrategias acordes para la materialización de las ventas del nuevo desarrollo tecnológico, así mismo, definir aspectos adyacentes a este interrogante como, ¿cuál debe ser el precio?, ¿en qué lugares se debe comercializar?, ¿mediante qué canales es óptimo realizar la promoción e intercambio de producto o servicio?, ¿cuáles deben ser los argumentos clave a comunicar? Claramente, lo anterior se convierte en una dinámica iterativa entre prototipar y validar con el mercado con la frecuencia y velocidad suficientes y necesarias. Finalmente, la determinación de la factibilidad financiera permite comprender los escenarios de modelo de negocio bajo los cuales la propuesta de valor desarrollada tiene el potencial de generar valor para las partes interesadas. Si bien es usual realizar sofisticadas programaciones financieras utilizando modelos matemáticos que concluyan con el cálculo de los inductores de viabilidad tales como valor presente neto y tasa interna de retorno, entre otros, es necesario priorizar el cálculo de metas comerciales de cara al futuro lanzamiento y consecución de ingresos mínimos necesarios para la sostenibilidad del negocio. Lo anterior, deberá estar enmarcado dentro de un diseño de modelo de negocio escalonable en dos etapas (corto y mediano plazo) que permitan establecer la dinámica de operación que de sostenibilidad a la producción y comercialización del producto a desarrollar y sus derivados.